Una asturiana en la flotilla civil rumbo a Gaza
La asturiana Anabel Montes Mier, coordinadora de búsqueda y rescate (SAR) con la ONG EMERGENCY, se ha unido a la misión internacional que navega hacia el Mediterráneo oriental con un objetivo claro: empujar la apertura de un corredor humanitario al enclave palestino. Lo hace a bordo del Life Support, el buque de la organización italiana, que ha zarpado desde Catania junto a embarcaciones de la delegación italiana.
El papel del Life Support no será el de un barco de carga que intenta atracar. Su función es de observación, apoyo médico y respaldo logístico al resto de barcos participantes. La misión, compuesta por delegaciones de 44 países, se define como no violenta y civil. Su mensaje es directo: si los gobiernos no garantizan la llegada de ayuda, la sociedad civil tratará de facilitarla por vías seguras y con transparencia.
Montes conoce bien el mar y sus riesgos. Desde diciembre de 2022, el Life Support ha completado 36 operaciones de rescate en la ruta central del Mediterráneo y ha auxiliado a 3.001 personas. A bordo conviven nueve nacionalidades, con cuatro españoles entre la tripulación. Esa mezcla de experiencia técnica y multilingüismo es clave cuando cada escala, cada radioaviso y cada transferencia de suministros exige coordinación quirúrgica.
La salida del Life Support se ha sincronizado con una flota que comenzó su travesía desde Barcelona días atrás y que prevé escalas técnicas según condiciones meteorológicas y permisos portuarios. Entre ellas figura el paso por Túnez y puertos italianos. Hay cambios de última hora, como en casi toda operación marítima de este tamaño, pero el objetivo se mantiene: acercar ayuda y visibilidad al bloqueo de la asistencia humanitaria.
Montes no esconde su opinión: responsabiliza a gobiernos e instituciones de la parálisis que mantiene a la población civil atrapada entre bombardeos, órdenes de evacuación y falta de suministros. Asume que el riesgo existe, pero también subraya que su barco no intentará llegar a la costa. El plan del Life Support pasa por apoyar, documentar y prestar asistencia a otras embarcaciones.

Qué busca la misión y qué riesgos asume
EMERGENCY, la ONG para la que trabaja Montes, mantiene dos centros de salud en el gobernadorato de Khan Yunis. Desde allí reportan una situación límite sostenida casi dos años: hospitales dañados o desbordados, electricidad intermitente, agua escasa y familias moviéndose una y otra vez por las órdenes de evacuación. La organización advierte de un bloqueo de la ayuda de más de cinco meses y cifra en al menos 500.000 las personas en situación de inseguridad alimentaria catastrófica.
Ese diagnóstico explica por qué la flota civil insiste en abrir un corredor marítimo. En el lenguaje de la ayuda humanitaria, un corredor es una vía segura, acordada y verificable para mover suministros esenciales como alimentos, agua, material sanitario y equipos de emergencia. Por mar, requiere coordinación estrecha con Estados ribereños, autoridades portuarias, agencias de la ONU y el país que controla el acceso final. La misión subraya su compromiso con el derecho internacional y la no violencia.
La experiencia reciente sugiere que habrá inspecciones, desvíos o, como mínimo, exigencias de registro de carga y tripulación. Por eso el Life Support ha asumido un rol de respaldo y testimonio: atender emergencias médicas si se presentan, acompañar a otras naves y documentar cada paso. Para barcos civiles, la autodisciplina es clave: planes de comunicación claros, protocolos de seguridad a bordo y coordinación jurídica en caso de abordajes.
Más allá de la navegación, la presencia de una profesional como Montes aporta algo que no se ve desde tierra: conocimiento operativo. ¿Qué significa eso? Saber cuándo una ventana meteorológica se cierra, cómo distribuir el peso de la carga, cuánto tarda un convoy en repostar sin perder la marea, o qué equipo médico mínimo necesitas para estabilizar a un paciente hasta un traslado seguro. Detalles que, sumados, marcan la diferencia entre una travesía tensa y una crisis evitable.
EMERGENCY ha sido tajante en su mensaje público. Sostiene que, si un gobierno bloquea la entrada de ayuda, la ciudadanía tiene el derecho y el deber de actuar de manera directa y sin violencia para aliviar el sufrimiento. La flotilla pretende convertir esa idea en hechos concretos, aunque sea a pequeña escala. No es una solución estructural, pero sí un gesto sostenido en el tiempo que mantiene el foco en la urgencia humanitaria.
La hoja de ruta inmediata se cocina día a día. En el mar, el plan ideal siempre compite con el posible: permisos, meteorología, disponibilidad de pilotos de puerto, horarios de aduanas. La flota avanza por tramos, con comunicaciones constantes y ajustes continuos. El Life Support, por su parte, operará como plataforma médica y logística móvil. Si un barco necesita suministros sanitarios, personal de apoyo o asistencia de comunicaciones, el equipo de Montes será el que responda.
Para entender el alcance de la operación, hay que mirar también el contexto a bordo. Una tripulación con nueve nacionalidades trabaja con protocolos comunes, pero cada uno arrastra su bagaje: idiomas, formación, experiencias anteriores en rescate o en cooperación. Esa diversidad suma en un entorno donde los malentendidos se pagan caros. Centralizar decisiones, documentar cada incidente y mantener la cadena de custodia de la carga humanitaria reduce fricciones y mejora la seguridad jurídica del convoy.
La misión llega además en un momento en el que el debate sobre la entrada de ayuda por mar gana fuerza. La vía terrestre es insuficiente, los lanzamientos aéreos son caros y limitados, y los puertos requieren adaptación para manejar un flujo constante de entrada y salida. De ahí que los promotores de la flotilla a Gaza defendan su utilidad como presión cívica y como prueba de concepto: mostrar que, con garantías, el mar puede aliviar la escasez de insumos básicos.
Montes y sus compañeros tienen presentes los números que dan sentido a su trabajo: 3.001 personas rescatadas desde diciembre de 2022 en el Mediterráneo central. No es un dato para colgarse una medalla; es la fuente de una experiencia que ahora trasladan a otra misión donde la prioridad también es proteger vidas. La diferencia es el objetivo final: no un rescate puntual, sino empujar a que la ayuda fluya con reglas claras.
En los próximos días, la atención estará puesta en varios puntos: el avance por la ruta prevista, las posibles inspecciones, la respuesta de las autoridades y el estado de los centros sanitarios que EMERGENCY mantiene en Khan Yunis. La organización insiste en que no basta con mover cajas; hace falta un flujo continuo de suministros y personal especializado para que la ayuda se convierta en camas operativas, clínicas en marcha y tratamientos que no se interrumpen.
Mientras tanto, el relato en primera persona de perfiles como el de Montes ayuda a entender qué hay en juego. No son solo consignas. Son turnos de guardia, hojas de ruta, fármacos contados, llamadas por radio y decisiones a contrarreloj. Si el corredor humanitario por mar termina de abrirse, será porque esas piezas encajan. Si no, la misión habrá dejado una estela de datos, imágenes y testimonios que siguen presionando a quienes tienen la llave.
Claves de la misión:
- Quién: Anabel Montes Mier, coordinadora SAR asturiana de EMERGENCY, integrada en el equipo del Life Support.
- Qué: rol de observador, apoyo médico y logístico a una flota civil y no violenta con delegaciones de 44 países.
- Dónde: zarpó desde Catania (Italia); la flota incluye escalas previstas en Túnez e Italia.
- Por qué: crisis humanitaria en Gaza, con bloqueo prolongado de ayuda y al menos 500.000 personas en hambre extrema.
- Experiencia previa: 36 misiones de rescate y 3.001 personas auxiliadas por el Life Support desde diciembre de 2022.
Todo esto no ocurre en abstracto. Es el día a día de un equipo que navega con un objetivo acotado pero urgente: cubrir el hueco que la política no está rellenando. Y hacerlo con un método que ya conocen: discreción, coordinación y mucha, muchísima paciencia.